Nuestro pan

Una extraordinaria colección en busca de un museo

de Mario Calidoni

Una imponente colección de panes. Es el patrimonio de Marisa Zanzucchi Castelli (Parma 1921, Varano de’ Melegari 2011), resultado de una pasión y dedicación que se entreteja con su vida de profesora, directora y investigadora de historia local. De hecho, se puede decir que sin escuela, su colección de panes no existiría. Además ella se preocupó que su escuela Pellegrino Parmense fuera animadora del Archivio para la recopilación de las tradiciones populares de Parma. En este contexto, empezó la recogida de panes que nunca abandonó incluso más allá del compromiso de la escuela, convirtiendolo en uno de los propósitos de su propria existencia. En 1979/80 ella creó el Museo de Pan como compromiso educativo de los profesores y de los alumnos de la escuela media Pellegrino Parmense, una de las 28 escuelas pilotas CEE por la educación ambiental. También una vez terminada la experiencia escolar la recogida siguio’, asumiendo incluso una caracterización fuertemente antropológica, cuyas líneas fundamentales expuestas en “ Pane universo di simboli e riti “ del 2000 (Silvia ed.).  Ensayo en el que se analizan las ascendencias ancestrales de los ritos e de las tradiciones relacionadas con el pan que la cultura artesana todavía conserva pero que el olvido absoluto amenaza.

Al final del año pasado la “Galleria Nazionale” y la “Biblioteca Palatina” de Parma ha acogido parte de esta imponente recogida, organizando una muestra que es ya la indicación de una instalación museistica dividida en tres grandes macro zonas.

Panes entre mito y culto. Las tres religiones monoteistas  contemplan todas en sus ritos el uso del pan aspectos diferentes, de la santidad, a la ritualidad al simbolismo. En el pan se encuentra una unidad sustancial que sorprende y parece volver a los origines de la tensión del hombre por lo sagrado.

Panes del ciclo de la vida acompañan no sólo el ciclo agrario que está en la base, sino también los momentos fundamentales de la vida del hombre; nacimientos, bodas, muertes tienen sus panes como las manifestaciones más particulares de la fiesta, del eros, del juego y del divertimiento.

Panes del continiente. La civilización del olivo y del trigo por el área mediterránea, de arroz por el área asiática, del maìz por el sur América, se presentan con sus panes profundamente diferentes por composición, factura, producción y significado. En conclusión “las vìas del pan cruzan el espacio y el tiempo, la memoria y el olvido. Llevan a la realidad y a la fantasia” (Predrag Matvejevìc, Pan Nuestro, Garzanti, 2009). Es en este contexto que la colocaciòn de los panes de Marisa Zanzucchi Castelli tiene hoy una actualidad desconcertante: no por el interés desbordante por la comida, sino por la consciencia devengada de la necesidad de conservar y valorizar el patrimonio de simbolos y significados que transmite y que la contemporaneidad està comprometiendo.

El Museo que esperemos que Parma dedique a esta colección, tendrá que partir de estas tomas de conciencia y tendrá que intentar realizar el pensamiento del grande museógrafo George Henri Rivière, que consideraba que el objeto en pantalla (también el objeto etnográfico) tenía que ser expuesto como idea de tocar.

En 2014 el pan lavash armenio, de los cuales varios ejemplos están presentes en la colección perfectamente conservada gracias a un proceso cuidadosamente diseñado por la colectora y se trasmitiò al hermano Carlantonio Zanzucchi que ahora detiene la colección, fue incluido en la lista de la UNESCO del patrimonio inmaterial de la humanidad (Intangible Cultural Heritage).

El reconocimiento parece una paradoja, porque no hay nada más concreto y material del pan que nos nutre y envejece en un día si se piensa que el pan de Viena es considerado caduco, "viejo", a las 7 de la tarde cuando se produce.

En efecto comemos pan como símbolo y para compartir y de hecho, en la motivación de elección para la inserción, esta subrayado sobre todo el valor del proceso de producción, del método de difusión y de la importancia en los rituales diarios. Pero esto, para concluir, es solamente uno de muchos aspectos que sólo un museo puede garantizar la memoria, a pesar de la perspectiva de diálogo con el presente y el futuro del "pan".

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