Un amor diVino

de Sara Lasagni

 

Hay un rincón entre las colinas de Parma donde el tiempo se para y las estrellas veraniegas iluminan una noche que logrará también conquistar los corazones más helados.

Remontar la calle que lleva a "Monte" de las Viñas es un viaje que llena los ojos de los colores del verano y el corazón de los perfumes del campo: el verde y el amarillo descuellan sobre las caderas de las colinas, el olor del trigo y el heno cortado reconducen a tiempos y a lugares lejanos, el susurrar del viento entre las frondas de las viñas se lleva la tensión de las últimas horas de trabajo.

Sobre la piel se inicia a sentir aquella dulce brisa frescolina que, por quien es acostumbrado a la tórrida humedad del llano, quizás se olvide. A la llegada, nuestra pareja, que podríais ser también vosotros, se ha perdido a admirar una extensión casi infinita de viñas, brillantes a las últimas luces del sol. A occidente las uvas rojas, a oriente aquellas blancas.

Tal vez los ojos maravillados de ella, mientras, con una sonrisa apenas señale, tomó el brazo de él para hacerse acompañar largo adoquinado.

Sobre la derecha de esta finca, el sótano ipogea, estudiada porque la vinificación en arriendo empleos la presión de la gravedad del terreno y no estresas demasiado las uvas. Su estructura, incluso pareciendo imponente, no mella la belleza del paisaje, pero, codeando ligeramente, se hace espacio con orgullo sobre la cumbre de la colina.

A la izquierda, en cambio, está lista a acogerlos una casa provenzal, con ladrillos cara a vista, vidriadas panorámicas y una extensión externa de que se puede seguir a admirando el paisaje ondulado y sus colores o sovrintendere la ciudad y sus luces nocturnas.

Aquí, acompañados por románticas melodías, los dos inicia a paladear una copa de Malvasia él y de Sauvignon ella. Tal vez cuáles palabras han acompañado estos momentos, tal vez los secretos, las historias que se han contado. Tal vez si en su burbuja de amor se han dado cuenta de la gente que llegó a sentarse en las mesas junto al ustedes.

Con las charlas también llega un poco de hambre y así ordenan un plato de pez crudo y una pizza doble mozarela, todo de dividir por dos, ça va sans dir. A las copas se sustituye una botella de Sauvignon y la noche es servida.

La brisa, la música, la cortina de luz enmarcar el cuadro no hacen qué devolver la noche aún más romántica. Las charlas se transforman en sonrisas, en risotadas, en miradas...y de la tensión del día, sale una pareja descuidada y feliz.

Éste es lo que regala el sótano "Monte" de las Viñas cuando abre las suyas entregadas a quien quiere probar los vinos de sus viñas y sus uvas. Muchas las variedades que proponen y alta la calidad del producto, lógico, estudiado y querido antes de ser puesto a disposición del cliente. 60 hectáreas de viña que regalan noches especiales y una óptima bebida para acompañarle.

https://youtu.be/Y7EHNsdWN3s

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