Oveja de Corniglio: evolución de una raza autóctona

Durante más de cien años ha estado pastando en el Alto Val Parma, suministrando lana y leche

de Andrea Adorni - ilParmense.net

 

Cuando se habla de ovejas, se hace difícil imaginarlas en las colinas o montañas de los Apeninos de Reggio Emilia. Por lo general, las solemos situar a lo largo de los pastizales de Cerdeña o entre las colinas de la Toscana y Lazio, listas para producir la leche destinada al sublime pecorino. Sin embargo, en Alta Val Parma lleva pastando entre las hayas más de cien años, la que debemos considerar una raza autóctona: la oveja de Corniglio, del pueblo homónimo que se encuentra a la derecha del torrente Parma, a una distancia de 46 km del centro de la ciudad. Además, contrario a lo que se podría pensar, el territorio parmesano ha sido la cuna de razas de oveja desde la antigüedad.

El poeta latino Marco Valerio Marziale (que vivió en el primer siglo del Imperio) nos lo recuerda en uno de sus epigramas, donde clasificaba las lanas de Parma en segundo lugar por su calidad, justo detrás de las de Apulia, famosas por su finura. Con la caída de Roma, la cría de ovejas en las zonas de la actual provincia de Parma no cesa, al contrario, los pastores de los Apeninos no se dejan influenciar por los cambios sociales y mantienen intactos sus rebaños. Es en el siglo XVI cuando se rompe esta tradición, con la introducción de grandes cantidades de tejidos de algodón inglés.

Los intentos de restaurar la cría de ovejas en el área de Parma comienzan en el siglo XIX, pero los resultados fueron bastante decepcionantes. Se empezó a introducir especies foráneas, como los carneros merinos de España o las razas Bergamasca y Padovana, para intentar modificar algunas cualidades de las autóctonas. El mejoramiento de la lana de las ovejas del Val Parma, del Val Taro y del Val Ceno era el objetivo de las Cátedras de Trata Agrícola, por lo que se introdujo en el territorio carneros de diversas razas esperando obtener los resultados deseados. En los años 30, se consiguió tener una gran diversidad, de hecho, no se pudo volver a distinguir la raza autóctona de las cruzadas. Sin embargo, en Alto Val Parma la especie “Cornigliese” o “vaca” (debido a la gran cantidad de leche que produce y a su enorme papada) resistió, estando hoy en día protegida para preservar sus características. El profesor Antonio Bizzozzero escribió en 1898 sobre las ovejas:

“La oveja, más que la cabra, es un animal al que nuestros pastores deben cuidar, porque además de representar un ingreso para sus familias, sus productos: lana, carne y leche, tienen una importancia considerable para la economía de la provincia.”

La extraordinaria capacidad de adaptación a la montaña de las ovejas de Corniglio les permite resistir los doce meses del año en la colina, a diferencia las otras razas, que en los meses de invierno tienen que buscar climas más favorables en las llanuras. Hoy en día, se considera a la Cornigliese una raza autóctona, pero se cree que sus orígenes se encuentran en las áreas del centro de Italia o que ha sufrido algún cruce con la Bergamasca, dado que muchos habitantes de Corniglio no respetaron la decisión de no cruzar las razas.

Si en la antigüedad la cría de ovejas en los Apeninos era principalmente para la producción de lana, actualmente más del 50% de las ovejas del territorio se destinan a la producción de carne. Sin embargo, hay excepciones, en 2016 nació el proyecto “Lana BioDiversa”, cuyo objetivo es promover un producto saludable, libre de aditivos químicos y que no está orientado al beneficio económico, sino a la difusión de la cultura artesanal que siempre ha caracterizado las áreas rurales de Italia.

La cría se lleva a cabo tradicionalmente en rebaños trashumantes, que durante el verano se desplazan a las zonas más altas de los Apeninos, mientras que en el invierno se mueven a pastizales más accesibles y protegidos.

La raza de oveja de Corniglio es muy robusta, el carnero alcanza de 100 a 110 Kg y la oveja unos 75 Kg, lo que demuestra cuánto han mejorado las técnicas de cría: a principios del siglo XX, las características morfológicas de estos especímenes eran de 40 Kg para el carnero y entre 30 y 35 Kg para la oveja adulta. La cabeza no tiene cuernos en ninguno de los dos sexos, con un perfil claramente montañoso; las orejas son largas, anchas y colgantes. El tronco es largo, con el pecho y la espalda anchos, la altura hasta el lomo es de unos 95 cm en el carnero y 85 cm en la oveja. La cabeza y las extremidades tienen muchas motas irregulares de color negro. El vello blanco (en ocasiones con alguna mota) también cubre el vientre, la parte superior de las extremidades y, parcialmente, la parte frontal de la cabeza. Esta raza suele ser muy longeva, llegando a vivir más de 10 años. Es una raza prolífica y fructífera en la que los partos gemelares, más que una excepción suelen ser la regla.

La recuperación de esta raza, ahora inscrita en el registro nacional de las poblaciones de ovinos y caprinos autóctonos, fue necesaria a principios de los años 90, cuando se estimaba que el número de ejemplares de la oveja Cornigliese era aproximadamente de 50. Después de haber llevado a cabo el plan de inversiones y protección de esta raza, se han podido encontrar 800 ejemplares repartidos entre los Apeninos de Parma, Bolonia y las provincias de Reggio Emilia y Rávena. Sin embargo, a pesar de todas las medidas tomadas, según la FAO, la raza Cornigliese todavía se considera en peligro de extinción por el limitado número de ganaderos y la concentración relativa de estos animales.

 

Traducido por Núria Boix